Viendo las flores de azahar y broche,
Al limonero,
El naranjo, muerde y savia,
El color del sol
Al ensordecedor deslumbre del chileno.
Valparaíso, con sus pronunciadas calles,
Desniveladas, al mar;
Suerte de voladas vistas y veleros.
Comienza la época invernal,
Cuando aquí estío;
Y el primaveral invierno pasará a otoño
En el sombrío
Ruido de las calles y brumosas
Nieblas y gentío.
Neruda, ¿dónde andas?.
Con los cerezos en flor
Y tu atavío.
Jacobo Cabrera Cifuentes.
Ya llegó la primavera,
Ya la flor muda en los campos,
Y a la vez, a Ramos, Vera,
Mi niño no niega a ambos.
No me quiten las virtudes
Que la vida es temerosa
De despertar inquietudes,
Donde otros sólo ven cosas.
Que al frutal de tu sonrisa,
No le de amargura nunca,
Ni el pesado con su prisa,
Si no saben hacer yuca.
P. D: (En vinagrillo).
Jacobo Cabrera Cifuentes.
La ventana a medio abrir,
Sólo un ténue reflejo en el marco,
Hace intuír que, dormidos,
Las sombras y los destellos de faros de coches,
Y el relente, vendrá a visitarnos,
A la hora en que nuestra alcoba,
Rocíe los sudores de esta noche a medio templar.
Las fotos de los apliques,
las acuarelas y los colgadores,
Nos llenan de recuerdos y presencias,
De dulzuras y cortinas de lino blanco,
Verticales en líneas.
La serie, la oigo sólo en un segundo eco,
Y, volviendo la mirada hacia el balcón,
veo una luna creciente, entre el luminoso
De frente a la mole andamiada y el marco de aluminio.
Suerte que se sabe del mundo de abajo,
Sin la pieza del mantel, eterno, al que dedico,
Horas, mañanas, días, noches.
Labor. Movimiento. Vida.
Dulce canela, ¿es hoy?, ¿es mañana?:
Al menos no se sabía hace 21 minutos.
¿Logré hoy predecir tu oráculo?,
sereno, obstinado,
¿o fortuna?, ¿o sólo puedo entenderla yo?.
Jacobo Cabrera Cifuentes.
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